PRIMERA CARTA PROBABLE PARA HANN
Schaffhausen, 20 de diciembre de 1902.
Querido Hann:
Hoy me ha ocurrido una cosa muy curiosa. Cuando regresaba de tu casa, mientras terminaba de saborear el dulce del pastel de manzana que tu madre había preparado para mí hoy, me quedé mirando las vías del tren, el transcurso incesante e infinito sobre el que se deslizan los vagones. La deliciosa combinación de sabor y movimiento me fueron sumiendo poco a poco en un letargo del que pronto ya no pude —ni quise— salir. ¿Puedes creer que un joven como yo se queda dormido en la primera oportunidad que tiene? Hoy, por fortuna, también los brazos de Morfeo me estaban esperando, tan suaves y mullidos como siempre. Y me tenía una sorpresa reservada. He soñado algo muy interesante y no he dejado de pensar en ello constantemente: he soñado con una teoría nueva. Una teoría que presiento como algo que va más allá de mi conciencia y que puede influir en el progreso de nosotros, los humanos, tan dados siempre a destruirlo todo. He soñado que desde esa teoría se construía un mundo, y he intuido que así como se crea un universo entero desde sus pilares, asimismo sé que alguien se las arreglará para encontrar el lado negativo de todo esto, que sólo ha sido un sueño, un hermoso sueño. Al final, casi llegando a la estación, vi cómo la teoría se volteaba hacia mí y mirándome con inusitado afecto me decía:
-Soy la teoría de la relatividad.
¿No te parece todo esto muy extraño? Tu amigo el doctor Freud estaría interesado en conocer mis desvaríos mientras viajo en los trenes de Suiza. Mientras tanto, dime tú qué te parece todo esto, y si algo provechoso puedo sacar de ello. Besa a tu madre con el afecto de siempre, y conserva para ti el abrazo estrecho de tu
Albert.Perdona mi mala letra. Escribo en la cama.
Querido Hann:
Hoy me ha ocurrido una cosa muy curiosa. Cuando regresaba de tu casa, mientras terminaba de saborear el dulce del pastel de manzana que tu madre había preparado para mí hoy, me quedé mirando las vías del tren, el transcurso incesante e infinito sobre el que se deslizan los vagones. La deliciosa combinación de sabor y movimiento me fueron sumiendo poco a poco en un letargo del que pronto ya no pude —ni quise— salir. ¿Puedes creer que un joven como yo se queda dormido en la primera oportunidad que tiene? Hoy, por fortuna, también los brazos de Morfeo me estaban esperando, tan suaves y mullidos como siempre. Y me tenía una sorpresa reservada. He soñado algo muy interesante y no he dejado de pensar en ello constantemente: he soñado con una teoría nueva. Una teoría que presiento como algo que va más allá de mi conciencia y que puede influir en el progreso de nosotros, los humanos, tan dados siempre a destruirlo todo. He soñado que desde esa teoría se construía un mundo, y he intuido que así como se crea un universo entero desde sus pilares, asimismo sé que alguien se las arreglará para encontrar el lado negativo de todo esto, que sólo ha sido un sueño, un hermoso sueño. Al final, casi llegando a la estación, vi cómo la teoría se volteaba hacia mí y mirándome con inusitado afecto me decía:
-Soy la teoría de la relatividad.
¿No te parece todo esto muy extraño? Tu amigo el doctor Freud estaría interesado en conocer mis desvaríos mientras viajo en los trenes de Suiza. Mientras tanto, dime tú qué te parece todo esto, y si algo provechoso puedo sacar de ello. Besa a tu madre con el afecto de siempre, y conserva para ti el abrazo estrecho de tu
Albert.Perdona mi mala letra. Escribo en la cama.
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